marzo 15, 2006
Si hoy alguien me preguntara “¿qué imagen (de los noticieros) tienes de la última guerra a Irak?, ¿Qué se te viene a la cabeza?” Creo que respondería que tengo dos. Una, la de una panorámica de Bagdad, amaneciendo, con voces en off que hablan de una inminente llegada de tropas a la ciudad y, la otra, la de un tanque apuntándome a mi, esto es, a la cámara de quién grabó esa imagen. ¿Tú, lector, puedes recordarla? ¿Recuerdas que, tras esa imagen, le seguían otras de periodistas bajando escaleras de un hotel, desesperados porque un proyectil norteamericano se había ensañado con ellos? Tengo grabada la imagen de un hombre ensangrentado con rostro en evidente estado de shock, siendo trasladado por sus compañeros en una sábana que hacía las veces de una improvisada camilla. Era el 8 de abril de 2003 cuando ese tanque norteamericano, que “siguiendo normas y actuando en legítima defensa”, disparó contra el Hotel Palestine, lugar donde alojaban civiles y prensa extranjera que cubría el conflicto. El hombre en la sábana era José Couso Permuy, camarógrafo español de tele5, de 37 años, casado y con dos pequeños hijos (de 3 y 6 años entonces).

¿Por qué retengo estos datos?, pues bien, las vueltas de la vida. Algunos de quienes revisan este sitio saben que desde hace unos años edito un pasquín de carácter político donde, entre otras cosas, acostumbro entrevistar en cada número alguna banda de mi gusto y que sea afín a las ideas del boletín. Luego de haber mantenido una escueta relación epistolar con cierta banda española (sabrán algunos también, que prefiero escuchar aquellas bandas donde no reina un espíritu de rock star y uno puede accederse fácilmente a ellos mediante cartas, visitas, etc.), accedieron a concederme una entrevista que finalmente publiqué para el nº3 de mi zine, con data “otoño 2001”. Con el tiempo, me fui enterando que José Couso resultó ser el hermano de uno de los integrantes de esta banda y, mediante ella, es que he podido mantenerme al tanto de lo que la Familia Couso Permuy ha hecho durante estos casi tres años para encontrar justicia por la muerte de José y castigo para sus asesinos. El camino les ha sido largo y dificultoso, y describirlo puede ser interminable, pero, peor aún, infiel a los sentimientos que están en juego.

Resulta que, hace pocos días, el caso Couso ha sido archivado por la sala española de lo penal (no sé si estoy traicionando la terminología judicial española) sin siquiera llamar a los denunciados. La familia Couso Permuy, así como sus abogados, se han enterado de la noticia no por encargo de la audiencia nacional, sino, muy por el contrario, por llamados de la prensa. Los jueces de la sala han dictaminado que se ha tratado de un acto de guerra sin dolo, con conocimiento de la versión norteamericana fundada sólo en dos faxes. Frente a tanta miseria, el caso Sacco y Vanzetti queda chico.

Ayer he tenido acceso a una carta escrita por el hermano de José que me ha dejado pasmado. Y si he escrito todo esto, es sólo para ofrecerla aquí. He pedido la autorización para hacerlo y me lo han concedido, les ha parecido bien que la difunda en este sitio, por mail a mis cercanos o por copia en mi facultad. Espero puedas darte el tiempo de leerla.


Os veo en vuestro despacho un viernes de marzo, filtrando vuestro vomito a la prensa para cogernos desprevenidos, mientras planeáis vuestro fin desemana que os llevara a disfrutar con vuestros hijos o nietos. Yo os veo, mientras acariciáis a vuestros familiares. Veo la sombra de cuervos negros que ya no os abandonará nunca y percibo a cada paso que dais como buitres carroñeros, el chapoteo de la sangre que vertió a chorros la pierna destrozada de mi hermano, los intestinos colgando de Taras, la vida machacada de Tareq o los sufrimientos de tantos otros, a los que les habéis legalizado la muerte bendiciendo a sus asesinos.


Os siento babeando con la lengua fuera, mientras movéis el rabo ante el amo agradecido. Se que a partir de este viernes de marzo os recibirán de buen grado en Washington, dónde de seguro seréis hombres de bien, demócratas defensores de los Derechos Humanos, próceres de rectitud Tejana, firmes candidatos a la medalla del Congreso.


Hay momentos en que uno elige de qué parte está, a quien sirve y a quien debe lealtad. En nuestra historia, en la historia de la humanidad hay miles de ejemplos que inspiran a unos y otros. Hay jueces que bendicen los asesinatos de civiles y hay jueces que intentan perseguirlos, hay justicias pequeñas que claudican y otras que aún sabiéndose minúsculas se engrandecen enfrentándose a las injusticias grandes y poderosas.


Hoy no sois más que las togas de la impunidad, los leguleyos de la injusticia postrados ante los nuevos nazis que no reconocen ni Derecho Internacional ni Justicia Humanitaria. Vosotros, jueces abyectos, dais pábulo a los servidores del mal y os ponéis al servicio de los que torturan en Abhu Garib, de los que no dan derechos en Guantánamo, de quienes secuestran en Europa, de los que subcontratan la tortura, de los que cañonean periodistas.
Os dieron igual las pruebas presentadas, las filmaciones, las decenas de testigos, las evidencias. Obviasteis el desprecio a nuestras leyes, a los Convenios Bilaterales, a las Convenciones de Ginebra. Olvidasteis vuestro juramento deontológico que os ponía al lado de los civiles y elegisteis la senda de la injusticia y de la muerte.

Si, os veo. Os puedo ver, mientras inclináis la balanza de lado poniéndole una venda de barras y estrellas. Indignos y desvergonzados, dictando el nuevo modelo de guión para encubrir el asesinato de civiles. ”Identificación errónea del enemigo”, “Acto de guerra”, futuras coartadas en manos de los profesionales de la matanza.


Hay dolo en vuestras palabras manchadas de tierra para enterrar a mi hermano. Hay dolo en vuestros desprecio a las leyes que jurasteis defender.

No se que me espera mañana, que futuro hay detrás de la firme determinación de luchar por la Justicia. Realmente no me importa, pues hace ya tiempo que elegí mi sitio y se de que lado van mis pasos. Que mientras me acompañen las fuerzas me tendréis enfrente con la cabeza bien alta y la mirada limpia, pues yo que ni siquiera he rozado la muerte puedo miraros con la cabeza bien alta a vosotros, que aun repletos de títulos, laureles y despachos, un viernes de marzo, legalizasteis el asesinato de mi hermano.


José, hoy como hace tres años, escupo en la cara de tus asesinos y sus cómplices mientras grito con lágrimas en el corazón:


"JOSE COUSO CRIMEN DE GUERRA
INVESTIGACIÓN Y JUSTICIA"

Javier Couso Permuy

 
posted by daniel at miércoles, marzo 15, 2006 |


2 Comments:


At marzo 17, 2006, Blogger 3kantino

Saludos compañero.
Desde aquí me uno a tu grito por las injusticias y los genocidios que a diario se comenten en nombre de los cuatro poderosos, Pero solo son cuatro y nosotros muchos más. Animo a la causa.
Pedro

 

At marzo 21, 2006, Blogger atrapasueños

justicia esa palabra parece q desaparecio hace mucho , desde q nos engañaron con la mierda de democaracia , q igual la prefiero que tener a un dictador, la libertad es absolutamente utopica
la guerra es inventada y anda a saber tu cuantas cosas mas se han llegado a invetar coin tal de tener mas poder y dinero
saludos y resistan