marzo 05, 2007
Debo reconocer que desde niño he tenido una reconocida manía por conservar basura. Gusto del gusto de tener a la mano lo que quiera ver o escuchar, de las estanterías saturadas de archivos, y de poder contar con el cachivache aquel que conseguí hace diez años. Debo reconocer también que, pasado el tiempo, mis fijaciones se han orientado a la conservación de material musical y de lectura, particularmente. Primero fueron los cómics, revistas y casetes, luego los cds, los libros y, últimamente, las películas y documentales. Con respecto a la música, hace unos años que me fijé como principio el hacer lo posible por no comprarla en formato cd mientras pudiera conseguirla en vinilo. Cuestión de gustos nada más. Bastó que pudiera tener en mis manos una edición en vinilo y una en cd del mismo disco para que mi inclinación a este último formato comenzara a decaer. Después de eso, tener un disco copiado u original me dio casi lo mismo (¡ojo! Siempre que supiera de la existencia de aquella grabación en vinilo).

Cuando las facilidades tecnológicas se me tornaron accesibles, se me abrió un mundo. Poder descargar un disco con perfecta calidad de sonido, rápidamente y con el mínimo esfuerzo, es algo que las nuevas generaciones difícilmente valorarán. Ellos nunca se enterarán de la existencia de casetes copiados de la copia de la copia de la copia de, ojalá, un original. Como sea, descargar discos (o renovar mis viejas grabaciones en casete) se me transformó en un hábito. Descubrí, entonces, los programas de intercambio p2p y, por añadidura, la facilidad de descargar documentales y películas. Descubrí el Emule, pero, mejor aún, las páginas Rebeldemule y Kinoki.

Todo el material audiovisual que me descargo no lo reviso en el mismo pc. No me gusta. Prefiero pasármelo a un cd (¡gracias Dr. Krap!) y verlo luego frente al televisor. Y aunque no me guste lo que he descargado, ya está grabado en un disco. ¿Qué cuesta entonces dedicarle un par de minutos a diseñarle una carátula y tirarlo junto a las demás películas apiladas? De seguro a alguien podrá interesarle.

Debido a toda la propaganda circundante que termina por engendran un policía dentro de cada uno de nosotros, mi madre me ha dicho más de una vez que mis estanterías parecen las de un pirata. Y ya me lo estaba llegado a creer.

Estimado lector, no te preguntaré si has sentido que estás haciendo algo malo cuando copias y/o descargas un disco o película desde la gran red. Sí te preguntaré si la ocasión en que lo has hecho has sentido que estás cometiendo un ilícito, delito o como quiera llamarlo un abogado o, en definitiva, si te has sentido un pirata por tener casi escondida una buena colección de discos de tu gusto y que no puedes demostrar con boletas o facturas que son “tuyos”. No te hago esta pregunta para que me dejes un comentario, sino para que compruebes por ti mismo si eres o no aquello que han llamado “pirata”.
Intruseando en una de las páginas que más arriba nombro, me encontré con la pregunta “¿Si descargas películas desde esta página eres un pirata?” Y qué me demoré en salir de la duda. Si deseas, haz lo tuyo pinchando aquí.

Si no lo sabes, por favor descubre (y llévate una sorpresa) lo que es el CANON pinchando aquí o acá.
 
posted by daniel at lunes, marzo 05, 2007 | 5 comments