julio 04, 2006
“Por el realismo y por los logros de este famoso sistema se pueden conocer ya las capacidades personales de los subalternos por él formados. Y éstos, en efecto, se equivocan acerca de todo, y no pueden hacer otra cosa que desvariar sobre mentiras. Son unos asalariados pobres que se creen propietarios, unos ignorantes engañados que se creen instruidos, unos muertos que creen votar.

¡Con qué dureza los ha tratado el modo de producción! De tanto progreso de oferta, han perdido lo poco que tenían y han ganado lo que nadie quería. Coleccionan las miserias y las humillaciones de todos los sistemas de explotación del pasado; no ignoran de ellos más que la revuelta. Se parecen mucho a los esclavos, porque se los hacina en masa y en estrecho espacio en malos caserones lúgubres e insalubres; se los alimenta mal, con víveres contaminados e insípidos; se les cura mal sus siempre renovadas enfermedades; se los vigila de manera constante y mezquina; se los mantiene sumidos en el analfabetismo modernizado y en las supersticiones espectaculares que corresponden a los intereses de sus amos. Se los traslada lejos de sus provincias y de sus barrios, a un paisaje nuevo y hostil, según las conveniencias concentracionarias de la industria actual. No son más que cifras en unos gráficos elaborados por imbéciles.

Mueren a montones en las carreteras, con cada epidemia de gripe, cada oleada de calor, cada error de quienes les falsifican los alimentos, cada innovación técnica provechosa para los múltiples empresarios de un decorado del que ellos pagan la novatada. Sus penosas condiciones de existencia provocan la degeneración física, intelectual y mental. Se les habla siempre como a niños obedientes, a quienes basta decirles: “Hay que hacer esto”, y ellos se lo creen. Pero sobre todo se los trata como a niños tontos, delante de quienes farfullan y deliran decenas de especificaciones paternalistas improvisadas el día antes, haciéndolos aceptar cualquier cosa expresada de cualquier manera, y también lo contrario al día siguiente.

Separados unos de otros por la pérdida general de todo lenguaje adecuado a los hechos, pérdida ésta que les prohíbe todo diálogo; separados por su incesante competición, siempre aguijada a latigazos, por el consumo ostentatorio de la nada, y separados, por tanto, por la envidia más infundada y menos apta para hallar satisfacción alguna, se encuentran separados incluso de sus propios hijos, que no hace mucho era la única propiedad de quienes no tenían nada. Se les quita el control de esos niños de corta edad que ya son sus rivales, que no escuchan en absoluto las desatinadas opiniones de sus padres y se ríen de su flagrante fracaso; no sin razón desprecian sus orígenes y se sienten mucho más hijos del espectáculo reinante que de aquellos entre sus criados que por azar los engendraron: ellos sueñan con ser los mestizos de esos negros. Tras la fachada del simulado alborozo, entre esas parejas y entre éstas y su prole no se intercambian sino miradas de odio.”

Debord, Guy, In Girum Imus Nocte Et Consumimur Igni, Ed. Angrama, Barcelona, 2000, pp.15-17
 
posted by daniel at martes, julio 04, 2006 | 3 comments