octubre 29, 2008
Ricardo Claro Valdés
26 de agosto de 1934- 28 de octubre de 2008

Dibujo por Leo Ríos
 
posted by daniel at miércoles, octubre 29, 2008 | 9 comments
abril 22, 2008

Un tiempo atrás me invitaron a participar en un proyecto que comenzaba a gestionarse. El tema tenia relación con una publicación en formato pdf y en el que participarían varios personajes que, desde hace tiempecito, han estados involucrados en otros proyectos D.I.Y., sean distribuidoras de material libertario, radios comunitarias, fanzines (en papel), grupos musicales, etc. Personalmente me anotaría con una columna acerca de la relación que puede existir (o existe) entre el punk y el situacionismo. Tras el debido retraso en la entrega del texto con el que me había comprometido, quien estaba haciéndolas de link entre esta publicación y yo, me ha comentado que, prácticamente, he sido yo el único que ha entregado su parte del trabajo. El primer número ya debiera estar circulando por la red a través de una lista de contactos. Lamentablemente, de la publicación, sólo se sabe el nombre.

Este preámbulo no tiene por objeto recordarnos los eternos inconvenientes que tiene una publicación antes de llegar a los ojos de sus lectores, sino justificar en una pequeña medida la razón por la cual he decidido publicar aquí aquel texto del que hablaba más arriba. Como es probable que la publicación nunca conozca la luz (hasta ahora no recibo noticias que me digan lo contrario) y, por otra parte, como hace bastante que no publico nada escrito por mí en este espacio, ofrezco estas pocas líneas que más de una sorpresa me valieron. Sin duda, aquellas cosas de las que me enteré mientras las escribí, me abren algunas nuevas rutas, no diré de investigación pero sí, de interés en cuanto a un par de personajes que, claramente, marcan el puente entre el situacionismo y el surgimiento del punk, si es que se adhiere a la idea que esto último tiene directa relación con la formación de los Sex Pistols.

----------PUNK Y SITUACIONISMO----------

Si un especialista pudiera aseverar que el punk es un ritmo musical específico que sigue ciertos principios y reglas identificables, entonces, cualquiera podría refutarle también, y sin temor a equivocarse, que el punk no es sólo eso. Para algunos, se trata de ciertos descuidados atuendos, de tatuajes y cabelleras pintadas, de borracheras y peleas callejeras, en definitiva, en algo que está fuera de ellos, que puede aparentarse y que hace posible que una persona distinta a él pueda recordarle “tú eres punk”. Para otros las apariencias no tienen mucho que ver, el punk es para ellos un compromiso, una ética y, más categóricamente, una postura política y social que ejercen a diario. Intentar organizar una historia de esto que con el tiempo ha sido llamado “punk” debe ser una labor muy compleja, es más, aventurarse a dar una definición acerca de lo que es el punk es una tarea que dudosamente conseguiría resultados irreprochables. Lo que es irrefutable es que el punk está ahí, que es algo más o menos identificable y que, por lo demás, da para mucho: podemos encontrar una categoría “punk” en las disquerías, en las tiendas de ropa de moda y en las bisuterías, que hay más de una persona que dice ser punk, que hay colectivos y prensa punk-anarquista, he oído hablar de punk-californiano, de street-punk, de drunk-punk, de skate-punk, de punk cristiano y punk krishna, incluso, por ahí, hay algunos tarados que se dicen nazi-punk.

Cuando un chico recibe por primera vez de manos de un amigo un par de discos o cintas grabadas con bandas punk, puede (o no) terminar en alguna de estas u otras innumerables arista que se presentan. Aquel chico nunca imaginará en los caminos que podrá terminar encausada su vida. Por el mero hecho de haber comenzado escuchando punk, una persona puede verse de un momento a otro, sin haberse percatado, vistiendo ropas que antes nunca hubiese considerado usar, cumpliendo con ciertas nuevas costumbres, luciendo un extraño peinado, comiendo sólo algún tipo de alimentos y leyendo a autores que ni en el colegio le dijeron que existían. Visitar viejas librerías o por primera vez pisar una biblioteca para conseguir alguna rezagada copia de algún libro escrito por Proudhon, Bakunin, Kropotkin o, lisa y llanamente, encontrar algún texto sobre anarquismo, puede ser una misión que algún punk emprenda motivado o causado, inicialmente, sólo por un gusto musical. Parece ser claro el link que une al punk con estos autores y, particularmente, con cierta idea política a la que aquellos adscriben. Pareciera ser, también, que esta asociación entre punk y anarquismo es más popular de lo que pudiese suponerse. Reparando en la “calidad de la comprensión” del vulgo sobre esta asociación, hasta caricaturesca puede ser la común imagen de un punk luciendo en algún lugar de su atuendo una “A” encerrada en un círculo. Punk y anarquismo parecieran ir de la mano. Sin embargo, el punk poseería (o le han rebuscado) alguna afinidad con otras disciplinas menos divulgadas, pero que se inscriben en esta misma línea, la línea de la rebeldía, el inconformismo y de la búsqueda de la libertad.

Aunque sea una perogrullada, para saber “qué es lo que piensa el punk” hay que enfocar la atención en su lírica, en los dossiers de sus discos y en lo escrito en su prensa, particularmente, la independiente. Habrán ahí ciertas palabras que infatigablemente se reiterarán: “Estado”, “autoridad”, “poder”, “religión”, “cárcel”, “capital”, “antifascismo”, “anticapitalismo”, etc. palabras que, nuevamente, lo relacionarán con el anarquismo. Sin embargo, hay un concepto que ha venido ganando terreno dentro y en relación con el punk y que, en mi opinión, es algo más intrincado que los anteriores. Se trata del concepto de “espectáculo”, pero sin entenderlo como una “función o diversión pública celebrada en un teatro, en un circo o en cualquier otro edificio o lugar en que se congrega la gente para presenciarla”, sino más bien como lo entendió un personaje francés nacido en 1931 y fallecido en 1994, cuyo nombre era Guy Ernest Debord.

GUY DEBORD

Tratar de decir qué o quién fue Debord es difícil. Algunas personas dicen que era un escritor, otros le atribuyen el peso de filósofo, algunos dicen que era un frío conspirador, y otros tantos sostienen que se trataba de un cineasta (el mismo Debord decía que su oficio era ése) aunque, lo cierto, es que fue todo eso… y un par cosas más. No es que se trate de algo así como un genio, sino que ese “par de cosas más” podrían ser: borracho y vagabundo. “Su gloria fue no haberse preocupado jamás por el éxito ni por el dinero, pese a las innumerables oportunidades que halló en este sentido, no haber desempeñado nunca papel alguno en el Estado ni obteniendo de sus títulos más que el bachillerato, no haber frecuentado a las celebridades de la sociedad del espectáculo ni haber utilizado sus canales; y haber logrado, a pesar de todo, ocupar un puesto importante en la historia contemporánea”[i]. Escribió más de un libro, pero aquellos por los que es más reconocido son “La Sociedad del Espectáculo” (1967) y “Comentarios a la Sociedad del Espectáculo” (1988). Si hay quienes dicen que Debord fue un filósofo es porque en sus obras, particularmente sus libros, hay un claro rigor filosófico en el tratamiento de los temas, además de inscribirse en (y, si se quiere, ser un continuador de) la obra filosófica de Karl Marx. Si algunos dicen que era un conspirador es porque fundó y luego deshizo dos agrupaciones que, a muy grosso modo, tenían como propósito “invertir el mundo invertido” a través del arte, de la teoría y -preferentemente- de la acción política. Ambas agrupaciones se constituirían como la prolongación y superación de las vanguardias artísticas europeas del siglo XX: el dadá y el surrealismo. El primer grupo que formó fue la Internacional Letrista, fundada en noviembre de 1952 en un sucucho de Aubervilliers y con quienes editó alrededor de 30 números de un boletín de distribución gratuita llamado Potlatch. La Internacional Letrista fue disuelta en 1957 por Debord con el objeto de sumarse a otras agrupaciones, fundando, junto a otras siete personas, la Internacional Situacionista en Cosio d’Arroscia en la costa de Liguria. Con esos dos grupos realizó varias recordadas acciones, entre otras, lograron introducir un integrante disfrazado de monje a la catedral de Notre Dame para proclamar la muerte de dios, interrumpieron una conferencia de prensa de Charles Chaplin en 1952, desearon derribar la torre Eiffel, lanzaron tomates a un profesor de cibernética mientras realizaba una charla y fueron pieza importante de lo acontecido en Francia durante mayo de 1968. Para muchos, Guy Debord fue la cabeza de aquel suceso histórico. Sin embargo tal afirmación parece exagerada toda vez que son claramente reconocibles otros grupos participantes y contra quienes los situacionistas debieron convivir (o competir). Estaba el Movimiento 22 de Marzo liderado por Daniel Cohn-Bendit, grupos marxistas-leninistas, trotskistas y maoístas, por esta razón es discutible afirmar que los situacionistas influenciaron en el plano organizativo de los comités, pero de lo que no cabe duda es cómo se dejó sentir su influencia en proclamas, panfletos y actividades desarrolladas dentro y fuera de las universidades. Un claro ejemplo de ello son los recordados graffitis del mayo 68, en ellos se dejó testimonio de lo insólito de muchas de las reivindicaciones, pero también la duda de la procedencia de un cuño poético, una imaginación, una efervescencia y una creatividad que no se acostumbraba ver en el discurso tradicional de la izquierda francesa de la época. El discurso imperante en estos acontecimientos provenía claramente desde la retórica situacionista. Vale recalcar que hablar de Debord y situacionismo es prácticamente una sinonimia debido a que, dada la posición que éste ocupaba dentro del grupo, difícilmente unas ideas no compartidas por él podrían presentarse como “ideas situacionistas”.

EL ESPECTÁCULO

El libro La Sociedad del Espectáculo ha sido reconocido como el texto situacionista por excelencia, ya sea por la rigurosidad y fineza con que describe la sociedad que Debord deseaba derribar, o por el gran acierto con que su autor retomó ciertos conceptos marxianos que se encontraban olvidados. La Sociedad del Espectáculo ha sido reconocida como El Capital de la nueva generación y como pieza de un linaje especial de libros: el de los clásicos secretos.

Pero ¿qué es esto a lo que Debord denominó como “espectáculo”? En este libro, compuesto por 221 epigramas, se encuentran una serie de descripciones de lo que es y no es el espectáculo. El concepto posee estrecha relación con dos conceptos que Marx había desarrollando: la alienación y el fetichismo de la mercancía. Además se suma la importancia de las imágenes que, ya por la década del 60, estaban siendo masivamente difundidas por los medios de comunicación de masas. A pesar de ello, no es correcto relacionar el espectáculo sólo con estos últimos, los cuales serían solamente “su manifestación superficial más abrumadora"[ii]. Nuestra sociedad, por lo tanto, estaría conformada del mismo modo en que se realiza un espectáculo: el individuo debe ser sólo un espectador pasivo que contempla cómo se desarrolla la vida social fuera de sí, donde existe escasa posibilidad de actuación e intervención. El espectador, mientras más mira las imágenes del espectáculo, menos vive su propia vida; tenderá a imitar las imágenes que contempla, reproduciendo así, ahora en sus actos, el espectáculo que lo domina. Esta última burda explicación, de ningún modo, vale como definición de “espectáculo”. Si lo que se desea es una definición clara, sintética y más o menos sencilla, lo mejor es revisar los Comentarios a la Sociedad del Espectáculo donde Debord afirma: “en 1967 demostré en un libro, La sociedad del espectáculo, lo que el espectáculo moderno era ya esencialmente: el dominio autocrático de la economía mercantil que había alcanzado un estatus de soberanía irresponsable y el conjunto de las nuevas técnicas de gobierno que acompañan este dominio[iii].

EL PUNK

Vagamente explicado así, podríamos intuitivamente crear ciertas conexiones entre el punk y Debord, los situacionistas y el concepto de espectáculo. Pero ¿existe alguna profunda o específica relación entre el punk y los situacionistas? Greil Marcus, un escritor estadounidense nacido en 1945, crítico de rock y columnista de la revista Rolling Stones, escribió en 1989 un libro titulado Rastros de Carmín, una historia secreta del siglo XX[iv]. En este libro, sostiene que la aparición del punk es un acontecimiento que históricamente puede ser situado en Londres a finales de 1976, junto con la aparición del disco Anarchy in the U.K. de los Sex Pistols[v]. A juicio de Marcus, la crítica a la sociedad moderna contenida dentro del punk habría sido emprendida con anterioridad por un pequeño grupo de intelectuales radicados en París, organizados por primera vez en 1952 con el nombre de Internacional Letrista y refundado con la denominación de Internacional Situacionista en 1957. Estas conexiones no serían arbitrarias: “en los primeros días del Londres punk apenas se podía encontrar un artículo sobre el tema en el que no figurase la palabra ‘dadá’: el punk ‘era como el dadá’, afirmaba todo el mundo, aunque nadie decía por qué, para no hablar de lo que se suponía que eso significaba. Referencias a la supuesta relación de Malcolm McLaren con la espectral Internacional Situacionista era moneda corriente en la prensa pop británica”[vi]. McLaren, que antes de ser mánager de los Sex Pistols distribuyó en Inglaterra algunas copias del libro La Sociedad del Espectáculo -además de haber sido propietario de un sex shop- tenía como socio y compañero a Jamie Reid quien fuera cofundador de una revista anarquista llamada Suburban Press. Reid, además, era artista gráfico y desempeñó esa labor para los Sex Pistols entre los años 1976 y 1979, diseñando, entre otras portadas y carteles, el collage fotográfico para God Save the Queen que mostraba a Isabel II con los labios atravesados por un alfiler de gancho. Los diseños de Reid eran una mezcla entre collages y alteraciones de obras o elementos ya existentes a los que les otorgaba un nuevo sentido, una técnica que los letristas y situacionistas habían hecho propia y que denominaron “détournement” (desvíos). Pues bien, Reid en 1974 colaboró con Christopher Gray en la publicación de la primera edición de textos situacionistas en inglés: Leaving the 20th century: the incomplete work of the Situacionist International. Gray, tras ser expulsado de la Internacional Situacionista, fue uno de los fundadores en Londres de King Mob, un grupo que toma “el nombre de las multitudes asesinas que se desmadraron por todo Londres durante las revueltas anticatólicas de Gordon en 1780, abriendo las cárceles y poniendo a los criminales en las calles”[vii]. La destrucción de algunos locales de la cadena de restaurantes Wimpy, así como uno de sus integrantes disfrazado de Santa Claus regalando los juguetes de la tienda Selfridges a los niños que la visitaban (que pronto se alborotaron tras ver a la policía deteniendo al ayudante de Santa Claus y exigiéndoles que retornaran los juguetes que les habían sido obsequiados), son algunas recordadas acciones del grupo King Mob.

1972 fue el año en que, sin que ellos se enterasen, congregó a todos estos personajes en torno a sucesos que, hoy podemos decir, poseen alguna relación. Guy Debord disolvió la Internacional Situacionista, McLaren abrió su tienda, Reid inició el proyecto Suburban Press y comenzó a diseñar Leaving the 20th century, obra compuesta por Gray. Años después McLaren y Reid crearon la banda que en la primera frase de su primera canción decía “soy un anticristo”. Más arriba decía que la palabra “espectáculo” se está haciendo reiterada en las líricas del punk. Por su parte, Marcus recuerda la frase que Debord tomó de Rimbaud y la escribió sobre una pared en 1952: “jamás trabajaré”. La frase reapareció durante las revueltas de mayo de 1968 y fue reescrita por los Sex Pistols en la canción Seventeen: “no trabajamos / sólo me alimento / es todo lo que necesito”. Johnny Rotten se habría enterado de toda esta intrincada secuencia, sólo por rebote.


ALGUNAS INTERROGANTES

Lo que en definitiva sostiene Marcus a lo largo de Rastros de Carmín es que existiría un hilo conductor que va desde el dadá y que alcanza hasta el punk e, incluso, llegando más allá al situar la génesis de esta “tradición” en algunos herejes medievales. Efectivamente, esa es la impresión que queda tras leer Rastros de Carmín, sin embargo podrían surgir en el lector algunas justas interrogaciones que, excusándome, plantearé un par de las propias. Si uno de los propósitos de Marcus es hallar el origen de esta rara cosa que hasta ahora hemos llamado “punk” ¿por qué no enraizar el desprecio a las riquezas y la provocación del punk en las sátiras de los integrantes de la Escuela Cínica en la Grecia del siglo IV a.c.? ¿Por qué llegar sólo hasta los caballeros de la Mesa Redonda y no a quienes, mucho antes que ellos, muestran una mayor concordancia con el punk en cuanto a la vida simple, a la autonomía y la irreverencia ante los vicios de la sociedad? Y en cuando a los Sex Pistols ¿por qué será que cuando una persona de respeto académico se interesa en estudiar el punk toma como referencia del mismo a una banda como los Sex Pistols? ¿Acaso no eran éstos un invento, una mercancía con la que se buscaba ganar dinero? ¿No habrá habido por esos mismos años alguna otra banda que representara de una manera más fiel todo los que los letristas y situacionistas habían venido haciendo? ¿Será apropiado ser tan categórico como para decir que los Sex Pistols son la continuación de las vanguardias artísticas cuando éstas, entre otras cosas, lo que buscaban era revolucionar la vida? El punk que representan los Sex Pistols, es un punk que en ocasiones fue entrevistado y tuvo apariciones en la televisión, así como pudo realizar también más de un gran tour por Europa y E.E.U.U. ¿No es eso comparable a aquel arte alejado de la vida, ajeno a la clase trabajadora, y que residía en fastuosos museos? ¿Acaso no es ese arte conservador al que se oponían las vanguardias artísticas? Por el anhelo de utilidades económicas de su productor, por las millonarias ganancias que hasta el día de hoy siguen generando (no por nada, una de las últimas giras de los Pistols en 1996 se llamó “la gira del lucro sucio”), los Sex Pistols son más bien un ejemplo del arte conservador que genera obras que algún día se transformarán en “clásicas” y serán ofrecidas a la pura contemplación de unos pocos. Mientras tanto, pareciera que hay “otro punk”, uno que sí está en las calles, que está luchando, que está buscando la coherencia entre sus medios y fines y que, en definitiva, está haciendo el intento por revolucionar el mundo.



[i] Jappé, Anselm, Guy Debord, Ed. Anagrama, Barcelona, 1998, p. 122.

[ii] Debord, Guy, La Sociedad del Espectáculo, §24.

[iii] Debord, Guy, Comentarios a la Sociedad del Espectáculo, Ed. Anagrama, Barcelona, 1999, p. 14.

[iv] Título de la edición original: Lipstick Traces. A Secret History of the Twentieth Century. Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1989.

[v] Ésta es la primera discrepancia que un lector puede tener con Marcus. Asombra que aluda a agrupaciones musicales que resultan frecuentemente ignoradas, pero, asombra también, que no refiera ni de paso a otras que para muchos pueden ser tanto o más relevantes que la banda de Johnny Rotten.

[vi] Marcus, Greil, Rastros de Carmín, Una historia secreta del siglo XX. Ed. Anagrama, Barcelona, 1993, p. 28.

[vii] Marcus, Greil, Íbid., p. 464.

 
posted by daniel at martes, abril 22, 2008 | 3 comments
diciembre 07, 2007
Yo estaba por cambiarme de colegio, era 1989. Era un cabro chico sin mucho brillo, moldeado por un colegio público y católico y, por lo tanto, con una forma de vida bastante común. Sé muy bien que al desclasificar algunos de estos archivos de mi memoria me ganaré la furia de las bromas de algunos cercanos. Básicamente porque, de seguro, sacarán la calculadora temporal y se darán cuenta que, mientras todo esto sucedía, ellos estaban, tal vez, recién aprendiendo a montar una bicicleta.

El tema es que en un programa televisivo, Extra Jóvenes (eso sí, de la época de Katherine Salosni), anunciaron para diciembre de aquel año, una exhibición en el Parque Arauco de un grupo de skaters provenientes de Brasil. Mi familia, habitante de una comuna muy lejana a la del evento, me concedió ese gran placer. Por mi parte, la onda del skate me era nueva: nunca me había subido a uno y, tampoco, me imaginaba qué podría resultar de mí el día que montara esa tabla con cuatro ruedas. Luego de dar vueltas y vueltas pudimos llegar al lugar del evento, frente a mi se imponía una media tubería, esas rampas en forma de “U”, supongo, de medidas oficiales. Para mí, era un edificio y nunca imaginé que una persona, sobre ese juguete, pudiera hacer las cosas que vi, sin salir en un ataúd. Como anécdota, recuerdo que, junto con la animadora del programa, el evento estaba siendo animado también por un hombre disfrazado de Guru Guru. El pobre hombre, dentro de ese traje de plumas, en pleno diciembre, intentaba imitar la dicción del amigo del Profesor Rossa, cosa que hacía nada de bien:
“Go ganguién guengo a angar eng esguéig”
“¿En serio Guru Guru, usted también anda en skate?” -Le preguntaba Salosni por el micrófono-
“Gui, en gueguio. ¡¿GUIEGUEN GUE ME GUBA AG ESGUÉIG?! –Gritó preguntando al público-. Desde ahí, aburridos de la presencia del personaje infantil y, por lo tanto, también del tiempo que le estaban haciendo esperar, se escuchó un grito que, hasta hoy, me causa mucha gracia debido a la creatividad de su creador: “¡AGUÉREMELO!”. Estalló la carcajada. Hasta ahí la anécdota.

Fui testigo presencial de una muestra de destreza sobre el patín que, ni en televisión, había visto. Tal vez no fue tan así, pero los recuerdos que retengo me dicen eso. Finalizada la exhibición, vi una horda de chicos sobre sus patinetas, muy motivados por lo que acababan de presenciar, invadiendo el estacionamiento del Parque Arauco. Se me abría un mundo. Grupos de chicos, de edades muy dispares, compartiendo la calle intentando lograr sus propios trucos. Por mi parte, no pude más que desear tener uno de esos juguetes para la navidad que se acercaba. Uno de mis mejores amigos de aquella escuela que estaba por dejar, hizo lo mismo. Luego, juntos, nos vimos por primera vez en la calle intentando subir una cuneta, descifrando cómo hacían esos próceres para lograr adherir el patín a sus pies. Así nos llevamos un buen tiempo, intentado reproducir lo que habíamos guardado en la memoria después de la exhibición. Un día, mi viejo amigo, llegó con su patineta decorada: su hermano, un tipo de unos 14 años, adicto al rock, particularmente de los ritmos metal, le había pintado el logo de la banda Sodom sobre la lija del skate. Este tipo, en una ocasión que descansábamos sobre la solera que estaba fuera de la casa de mi amigo, nos invitó a que viéramos un video de una banda que acababa de conseguir, nos dijo que nos gustaría debido a que en él aparecían unos chicos andando en patinetas. Que nos dijeran.


Hasta ese momento, el skate, para mi, era un deporte. Me hubiese imaginado que quienes lo practicaban unos chicos buenos que, cuando alcanzaban cierto grado de fama, daban consejos a sus seguidores acerca de lo bueno que es beber leche y no drogarse. Pero este video me mostró el mejor rostro del skate: aquel juguete no era para competir, sino para divertirse y, lo mejor, junto a amigos, chicos rudos, roqueros, como esos viejos barbones que montan motocicletas.

Al tiempo, tal vez frustrado por los resultados que nunca pudo obtener, mi amigo dejó el patín botado. Por mi parte, seguí en eso. Pronto me hice de un buen grupo de amigos con los que compartíamos esa diversión, en ese momento, la vida nunca volvió a sus cauces de normalidad. Ese mundo que se había abierto, se amplió aún más: conocimos chicos de distintas partes de Santiago, recorríamos horas en micro para encontrar lugares donde pasar un buen rato, Escuela Militar, Peluchonas, edificio Diego Portales, estacionamientos, etc. Intercambiamos algunos videos que, no sé cómo, alguien por ahí había conseguido, ahí escuché las primeras bandas que comenzaron a gustarme, mucho rock, mucho punk, nada de hip hop, en esa época el skate era punk, y punto.

Sobre el skate me encariñé con el punk, luego del hard core, después, desde los 14 a los 19 años fui straight edge, la vida ya no era la misma, el skate me había cambiado. ¿Qué vino después? Esa es otra historia, por ahora, ya es hora de dormir.

Colorín colorado…
 
posted by daniel at viernes, diciembre 07, 2007 | 4 comments
noviembre 29, 2007

 
posted by daniel at jueves, noviembre 29, 2007 | 0 comments
octubre 06, 2007
Hoy, un buen amigo, me ha avisado de una invención que, si bien no es nueva, me ha dejado impresionado.

Sentados en un café conversamos por horas, de todo. Con este viejo amigo, creo, compartimos el gusto por las cosas que, aunque sean sencillas, estén bien hechas. Con ese antecedente, inevitablemente, nuestra conversación siempre llega a un punto en que comenzamos a comentarnos lo que últimamente nos lleva asombrados. Mi carta bajo la manga, en este caso, fue la Microsoft Surface, pero que, en ningún caso, superó lo que me comentó y que, ahora mismo, acabo de experimentar. Puede que, ciertamente, mi superficie Microsoft haya sido más impresionante e increíble (en el estricto significado de esta última palabra) que aquello que mi amigo me ha comentado, pero la gracia de esto último es que, efectivamente, podemos ser muchos más los que podemos experimentar y disfrutar de un avance técnico más o menos accesible. Digo esto porque, supongo, habrá que tener la billetera de un Luksic o un Angelini para poder, tal vez algún día, acceder a lo que yo propuse como “el invento del año”.

La hago corta. Mi buen amigo me habló de la Holofonía. ¿Qué es esto que suena a una parafilia? Pues nada que ver con eso. Se trata de una técnica de captación de sonidos de manera tridimensional (toma su nombre de los hologramas), orientada particularmente a la reproducción del sonido, pero con audífonos. Esta técnica fue desarrollada por un argentino llamado Hugo Zuccarelli en 1980 utilizando la cabeza de un maniquí, situando micrófonos donde los humanos llevamos orgullosamente los oídos. Cito desde wikipedia: “Zuccarelli le agregó a su cabeza llamada Ringo una emisión de sonido interna de referencia, así los micrófonos graban la interferencia creadas entre ambos sonidos (exterior y el propio), consiguiendo la tridimensionalidad del sonido”. ¿Por qué no nos habíamos enterado antes de esto? Debido a que, económicamente, no ha sido exitoso: como más arriba dije, la técnica ha sido pensada para ser reproducida exclusivamente mediante auriculares. Cito nuevamente: “Hugo Zuccarelli ha inventado los parlantes holofónicos, con los que ya no es necesario el uso de auriculares, lo que sucede es que sus dos parlantes no son convenientes a los comerciantes de sistemas 5.1.”

Si tienes el tiempo, las ganas y un par de auriculares (no lo hagas con los parlantes del computador, el efecto se irá), por favor, has el ejercicio. Carga el par de archivos mp3 que aquí abajo te dejo, cierra los ojos y, al igual que en un truco de magia, no intentes encontrar la quinta pata del gato. Confía en quien está escribiendo esto y no pienses que se trata de una mala broma, en ningún caso te encontrarás con un grito al final de la grabación o con cualquier otra cosa que haga decaer las expectativas que te he ido creando. Trata de olvidarte que llevas puestos un par de auriculares, siéntate tranquilo y disfruta. No pondré nombres a los archivos para no condicionar tus suspicacias.

Luego me dirás.




 
posted by daniel at sábado, octubre 06, 2007 | 3 comments
septiembre 23, 2007
Muchas veces me he tenido que aguantar las ganas de poner un buen disco en una reunión de amigos. Disfruto de la buena conversación con música de fondo, pero, lamentablemente, muchos de mis amigos son de la opinión de que el punk y el hardcore contienen una gran capacidad creadora y luchadora, pero ellos no gustan de ritmos fuertes, rápidos y, en muchas ocasiones, mal tocados. Cuántas veces no han dicho “¿para qué se gastan en crear buenas letras y luego nadie las entiende?” o “que bueno sería que tal banda sacara un disco unplugged… algo se entendería”. Y bueno, creo que con la edad, también entran las ganas de escuchar de vez en cuando algo de música más calma.

Recuerdo que en mi adolescencia, y entre mucho rock, le daba bien duro a bandas como Dead Can Dance. Pero no fue hasta que fijé mi gusto por la música con líricas políticas que me dediqué a buscar bandas e intérpretes que, con el mismo espíritu incendiario del punk, sonaran algo más suaves. Con esa intención, a lo primero que uno puede echar mano es a todos esos grupos que forjaron la banda sonora de la izquierda chilena setentera, generalmente muy cercano al folklore latinoamericano, pero, como uno creció escuchándolo, ya no hace mucha gracia oír el bombo y la zampoña. Otro punto importante tiene que ver con eso mismo, con que fueron parte de la izquierda y, por ende, abundan en sus letras la apología a la patria y al Estado proletario. De ese lote sólo he conservado la Cantata Santa María de Iquique de Quilapayun y un par de discos de Víctor Jara. Y no es que me niegue a escuchar el resto. He hecho mi mejor esfuerzo en re-escuchar mucha música que incansablemente escuché desde niño, pero la voz de Silvio Rodríguez no puede dejar de traerme malos recuerdos. Un poco más alejado del concepto de “letra política” es el caso de Congreso, banda que también escuché mucho –involuntariamente- en mi niñez, pero que ahora le he encontrado otro sabor.

Tampoco uno puede ser tan narcisista como para creer que ha escuchado “mucho” de algo. La historia de la música chilena tiene tantos recovecos relacionados con la política que uno nunca imaginaría que, por ejemplo y como recién hoy me enteré, Claudio Arrau se negaba a volver a chile en los 80 porque no se resignaba a vivir en una país con una dictadura fascista. De hecho, una de las condiciones que Arrau estableció para venir en una ocasión a chile fue dar un concierto en el Teatro Municipal de Santiago, pero exigiendo que ningún miembro del gobierno militar estuviera presenta. Pinochet y la Lucia, como es de suponer, de todos modos asistieron y, además, tomando ubicaciones privilegiadas dentro del teatro. Arrau, al inicio del concierto, y tras escuchar el himno nacional apoyado con un brazo en el piano, agradeció a la concurrencia dándole la espalda al presidente de la junta militar. ¡Total!. Y está bien, y puede que yo sea un prejuicioso de mierda, pero si me hubiese enterado antes de estas cosas, me hubiese sido más grato escuchar el piano de Arrau.

Pero para el año 98 las cosas cambiaron un poquito para mí. Con quienes teníamos un programa en la Radio Comunitaria Los Placeres, teníamos también un compañero muy involucrado con la objeción de conciencia y que había viajado a españa. De ahí se había traído el cd “insumissia” editado por un colectivo que también tenía un programa radial, en la radio Onda Latina. El disco, por fin, contenía algunos temas bien suaves y con muy buenas letras, cumpliendo así con este propósito que también comenzábamos a biscar para nuestro propio programa. Con ese disco descubrí a Oskorri, Boris Vian, Quintín Cabrera, Lluis Llach y a George Moustaki que tocaba un tema dedicado a Sacco y Vanzetti y que, extrañamente, me sonaba tan familiar ya que había sido bailado en chile hasta por los boludos del programa Música Libre.

Con todo, no fue hasta que conocí el disco “Notas de Libertad” que pude darme por satisfecho en mi búsqueda. El disco, por lo que entiendo, es el esfuerzo de la gente de El Libertario de venezuela que recopiló el trabajo de algunos trovadores libertarios vivos más algunos temas de otros dos ya desaparecidos (Hill y Brassens). La edición que yo conservo, sin embargo, es una realizada por el sello Masapunk en chile y que, creo, conserva íntegro el folleto que acompaña al disco. Trabajo completamente recomendable para todos aquellos que, como mis amigos de más arriba, no gustan de la música rápida, con gritos y mal tocada, pero sí con líricas revolucionarias y que no se conforman con Inti Illimani. Canciones contra el clero, la cárcel y el sexismo, apologías al robo en supermercados y al anarquismo son parte del disco que, sin querer, se acaba rapidito. Y si alabo tanto este trabajo y no doy un link para descargarlo, es sólo porque no he encontrado ninguno. Mi ignorancia en estos temas es tal, además, que no me da como para pasar el disco a la computadora, subirlo y ofrecerlo. De todos modos he hallado un par de temas y uno que otro video, que aquí abajo ofrezco, y que, espero, sean de tu total disfrute.


"mala reputación" (Georges Brassens)

"Voces libertarias" (Juanito Piquete)

"Bandera Negra" (Jaime Guevara)
 
posted by daniel at domingo, septiembre 23, 2007 | 3 comments
junio 06, 2007
La tradición viene de antiguo. Por lo menos desde que Pinochet entregó el poder, los estudiantes universitarios chilenos y, desde hace poco tiempo los secundarios también, comienzan con sus movilizaciones entrados los meses de frío. El alboroto difícilmente dura más de un par de meses, y los triunfos que los estudiantes chilenos obtengan –si es que los llegan a obtener- no serán otros que aquellos que los medios de comunicación se encarguen de recordarles (o imponerles).
Hoy los noticieros mostraron los primeros destellos de la aparición 2007 del movimiento estudiantil chileno. Y al igual que el año pasado, ha venido de la mano de los secundarios. Liceo Lastarria, Instituto Nacional, Liceo de Aplicación y un cuarto que no retuve son los establecimientos que los medios nos han dicho ser los primeros en movilizarse.
Todos sabemos la influencia que ejercen los medios de comunicación sobre el pueblo. Que pueden fabricar el consenso, que pueden forjar la opinión de sus “informados”, que pueden crear una realidad que no es, etc. Los medios de comunicación tienen poder, y tienen tanto que han sido llamados “el cuarto poder”. Si los tienes de tu lado, ya tienes ganada gran parte de la batalla, por eso, como hoy están en su mayoría del lado (o en manos) del empresariado las cosas siguen y están como están.
Pues bien, extrañamente, el año pasado estuvieron, en alguna medida, del lado de los estudiantes. De ahí la simpatía que recibían de parte del ciudadano medio, ya no importaba que le cerraran una calle y le desviaran la micro, total, “los cabros están peleando por algo justo”.
Tal vez debido a un seminario dictado en una universidad privada, a una llamada desde la Moneda, al sermón de un editor periodístico o simplemente por presiones de algún anunciante, las noticias referentes al movimiento estudiantil este año (o hasta ahora) han sido tratadas de una manera distinta a como lo hicieron el año pasado. Y esto puede ser percibido con la reiterada utilización de una sola palabra: división. Este año, antes de dar afirmar cualquier cosa que pueda despertar la simpatía al movimiento secundario con que se nos fue el 2006, se han encargado de dejar bien en claro que el movimiento, este año, ha surgido con divisiones. Que el Instituto Nacional ya no pertenece a la organización que agrupaba a los Colegios movilizados, que el Liceo de Aplicación ha mostrado tácticas que otros Colegios no comparten. El mismo estudiante que por la mañana participa de las movilizaciones y por las tardes prende raudo el televisor para cerciorar su aparición en las protestas, al día siguiente vuelve a su Colegio con la sensación que el movimiento del que forma parte se encuentra dividido. Sus padres ya no ven en él la convicción que mostró hace un año, su hijo forma parte de un movimiento fragmentado que, ahora, le hace perder clases pidiendo “puras cuestiones”.
Si, como afirmo más arriba, los medios de comunicación desean que las cosas sigan como están y, por lo tanto, los que hoy gobiernan sigan gobernando, encuentro la explicación de la elección de la palabra “división” para ser inducida en la audiencia y en el interior del mismo movimiento estudiantil secundario en una vieja frase o máxima del poder: divide y conquista.
Espero que en lo que queda de movilizaciones estudiantiles estas dos palabras comiencen a disociarse.
 
posted by daniel at miércoles, junio 06, 2007 | 4 comments
junio 01, 2007
Si una persona vive en sociedad y además es parte de un conjunto específico de relaciones de producción, entonces, esa persona no puede ser apolítica. A pesar de ello, y cumpliendo con los dos antecedentes que aquí nombro, conozco a más de uno que dice ser político, y se lo cree.
Ser “apolítico”, según el diccionario, significa estar “ajeno a la política”, pero esta afirmación, a mi juicio, es falsa.
La democracia representativa, aquella donde el ciudadano da un voto a un otro que “represente” sus intereses, busca reducir al menor número la cantidad de esos representantes. Éstos, mediante normas que proponen, discuten y aprueban, imponen, luego, a la sociedad TODA el contenido de aquellas normas. Nadie puede rechazarlas. En el momento en que una persona forma parte de un grupo social donde esas normas rigen, ya se forma parte de una sociedad regida por la política. En la sociedad actual sucede esto, quien forma parte de ella ya es un ser político y todo lo que se haga dentro de aquella sociedad es un acto político, tal vez por eso hay quienes afirman que “todo preso es un preso político”.
Por otra parte, y valiéndome de la definición que dice que el modo de producción que adopta una sociedad marca su pauta básica en los aspectos social, jurídico y político, podemos decir que nuestro actual modo de producción, el capitalista, rige incluso en la política. Por lo tanto, si se es parte de alguna de las infinitas secciones de un proceso de producción (cosa que todo trabajador realiza cada día) no sólo está siendo parte de una forma de entender y organizar la sociedad, sino más aún, está formando parte del núcleo que condiciona la política de toda la sociedad.
Que alguien diga ser apolítico, y que pueda vivir tranquilamente con esa opinión, es debido a que la política imperante motiva y favorece tales conductas. Ser apolítico es ser una persona desinteresada de asuntos políticos que le incumben y de los que esa misma persona participa: lo hace pero no lo sabe. El apolítico cree que la política es cosa de los políticos y sus partidos, y tampoco comprende que él mismo y su condición de “ajeno a la política” es el resultado del proyecto de esos mismos políticos y sus partidos. ¿Qué mejor que contar con ciudadanos-esclavos pasivos que dejen hacer lo que a unos pocos les interesa monopolizar?
El apolítico se espanta cuando cree que la vida se politiza. Debido a que él cree que el mundo nació con él y ni siquiera imagina que hayan existido o existan otros modos de producción, el apolítico cree que la sociedad capitalista actual se encuentra en un estado de naturaleza, que ha sido y debiera seguir siendo así. Por eso se espanta cuando ve que su sociedad se politiza, cuando en realidad sólo ha mostrado atisbos de “izquierdizarse”. Por ejemplo, para el apolítico el estado “normal” en que debiese encontrarse los medios de transporte público es en manos de privados, pero si se propusiese estatizarlos, recién ahí el apolítico creería que el problema se ha politizado, y no cuando se plantea, por ejemplo, la propiedad privada de un elemento capital de una sociedad como es su transporte público.
El apolítico, por lo menos aquel que ronda mi rango etario, es un trabajador que busca estatus y reconocimiento social a través de la fuente de sus males y donde peor es tratado: su trabajo. Se desloma trabajando horas y horas extras para “producir plusvalor a cambio de lo que haga falta”, pero el apolítico cree sentirse libre durante sus cada vez más escasas horas libres: el bar, la droga, el hobby y el deporte le hacen creer que su vida se encuentra bajo su propio control, sin darse cuenta que en esas horas no realiza otra cosa que justificar y reproducir nuevamente la política y la economía que le han impuesto y de la que tanto cree sentirse ajeno.
El apolítico, el convencido de vivir fuera de la política, es un manipulado por la política, aquella que hoy impera, aquella que favorece la no participación, la pasividad, la separación y demás formas de hacer sentir la política como algo ajeno al interés del ciudadano medio.


“… y aunque cambien las caras se conserva el escenario
el que vive del engaño y el que paga su vida a plazos
quien engulle el pastel y quien ni lo cata aunque lo ha amasado
un mercado de promesas, un político redentor
discursos estudiados, consignas calculadas
hábil maniobra de distracción,
perfecta tecnología de la separación
que lleva a pensar más allá de la indignación
que lo político es cosa de los políticos
que con tu vida eso no tiene relación
y es que no puede ir mejor, hipnotizado el ganado
entre telebasura y supermercado
mientras comparten mantel y acuerdan estragos
entre disputas para la galería y abrazos en privado
sacando sus cuentas cada cuatro años
hipotecando el presente a un futuro lejano…”
-Hechos Contra el Decoro-
 
posted by daniel at viernes, junio 01, 2007 | 2 comments
mayo 29, 2007

 
posted by daniel at martes, mayo 29, 2007 | 1 comments
abril 14, 2007

 
posted by daniel at sábado, abril 14, 2007 | 3 comments