febrero 01, 2007
Mis estudios de enseñanza media los realicé en un colegio laico. El ramo de Religión, ahí, era optativo. Si mis padres lo hubiesen deseado, o mejor aún, si hubiesen oído mis peticiones, yo podría haberme ahorrado algo más de dos horas semanales de perorata religiosa por el transcurso de seis años. La profesora del ramo, que insistía en la idea que los contenidos que revisábamos respondían más a valores que a religión, se ganaba el pan haciendo quizá qué, pero la sensación que me ha quedado es que ella, al igual que con la actitud de mis padres, más que llevarme por el “buen camino” motivó (negativamente, claro) que reforzara mis inquietudes antirreligiosas. Por esa época, mi gran acceso a la cultura que se encontraba fuera de las rejas de la escuela eran las letras de las canciones que escuchaba. No es que eso me haya encaminado en la senda del cuestionamiento religioso (tenía cerca a alguien que se había encargado que me quedara bien claro que la pose de “artista” que se enfrenta con blasfemias al todopoderoso deja buenas utilidades), sino que durante siete años de formación derechamente católica (entre los 5 y 11 años de edad) nunca pude sentir algo parecido a dios dentro de mi. Durante esos primeros años, mis profesores repetían como loros una idea que, con el tiempo, se trasformó en mi primer argumento contra el sentimiento religioso, ellos insistentemente repetían “dios es como el viento, no se ve pero se siente”. Pues bien, a dios nunca lo pude sentir.

A pesar de todo, y debo reconocerlo, durante un par de años me atrajo mucho el rollo satánico, escuchaba algún par de bandas que tenían una concesión económica con aquel credo y, matizado con Lovecraft y algunas lecturas poco apropiadas de Nietzsche, mis posturas, por ese entonces adolescentes, eran más bien contra la imagen de dios.

Pasado el tiempo (y no con eso, entrada la madurez) el asunto religioso me fue más bien indiferente. Incluso, puedo decir que desde esos años hasta este minuto no me es una cuestión imperiosa tener saldado el popular “hay que creer en algo”.

Luego me enteré de la existencia del llamado “agnosticismo”, que me dejaba bastante contento con su idea del hombre incapaz de comprender la divinidad (o por lo menos así lo había oído). Hoy, con un par de amigos que extrañamente se han dejado engatusar por corrientes algo alejadas de la razón, me han intentado explicar algunas diferencias entre el agnosticismo y el gnosticismo, sintiéndose ellos más cercanos a la última.

Como sea, el tema de dios, y siendo muy sincero, hoy me tiene sin cuidado. En estos momentos, si alguien me dice que cree en la existencia de dios, me resulta un dato casi anecdótico. Lo que sí me parece de interés son los asuntos religiosos que envuelven aquella creencia. Según mi enciclopedia, Religión es el “conjunto de creencias, mitos o dogmas acerca de la divinidad, y de prácticas rituales para darle culto. (…) Obligación de conciencia, cumplimiento de un deber”. Lo que deseo decir, y para esto me valgo de la definición que acabo de citar, es que poseer una religión presupone una tabla de valores, un conjunto de creencias que dictan la conducta de quien los posee, esto es, que decirse perteneciente a tal o cual religión es lo mismo que decirse perteneciente a tal o cual sistema ético. En otras palabras, cualquiera podría acercarse a dar una explicación y una predicción acerca de la conducta de una persona de acuerdo a la religión de la que dice sentirse parte (excluyamos a los “católico a mi manera”y demás tarados). En resumen, si alguien hoy me dice “creo en dios” me resulta menos fuerte que la frase “soy testigo de jehová”, por ejemplo.

Así es, a muy grandes y toscos rasgos, como yo veo parte de este asunto. Pero aquí, también quiero hablar de cómo ven otros a quienes decimos “no creo en dios”.

Una de las creencias que más desagrado me provoca es la de quien asocia a un creyente con una “buena persona” o, peor aún, la de quien asocia a un religioso con una persona justa, virtuosa, con autoridad y de confianza, hasta ternura puede despertar en algunos. En un mismo sentido, me molesta el prejuicio de quien asocia a un no creyente con una “mala persona” o, mucho peor, con un satánico. De estos últimos, por ignorancia, prefiero no hablar. Acerca de ellos he escuchado de todo. Quienes han intentado defenderlos, los han descrito como miembros de una religión casi tan “noble” como el resto de las cristianas. Dicen ser individualistas, materialistas, hedonistas, racionalistas, etc. pero aún no puedo entender por qué insisten en llamarse “satanistas” o “satánicos” y no “individualistas”, “materialistas”, “hedonistas” o “racionalistas”. Creo tener la leve suspicacia que hay quienes prefieren justificar su apariencia vampirezca en virtud de una débil creencia. Como sea, y a pesar de una mala definición que acabo de leer (wikipedia fuck off), el satánico o satanista, para mí, sigue siendo una persona que cree en deidades. Creo que no pueden ser ateos, para ellos su θεος es satanás, él es el eje o principio de sus creencias y valores, ¿o estoy mal?

Pero estoy alejándome de mi idea. La distinción fe-razón es elemental para hablar acerca de estos temas. El creyente, el que confía pero no está seguro es el que tiene fe. El que sabe, el que tiene certezas es el que se vale de su razón. Quien cree en la existencia de dios tiene fe. ¿En qué confía quien no cree en dios? Y aquí está lo que en definitiva deseo preguntar(me): ¿por qué está tan disociada la imagen del no creyente con la imagen de quien prefiere valerse de su entendimiento? ¿Por qué sigue siendo “preferible” no tener certezas en lugar de ser una persona algo más sensata?

Formalmente soy católico. Mis padres me bautizaron, obviamente, sin mi consentimiento. No he cumplido con el resto de los sacramentos, pero creo que el bautizo basta para que yo aparezca en los registros de la iglesia católica de chile como uno de sus miembros. Dejar de ser formalmente católico, desentenderse de una institución con la que no se comulga, desear desaparecer de sus registros es realizar un acto de apostasía. Buscando información sobre el modo de realizar formalmente este acto, me di cuenta que la apostasía, al igual que la objeción de conciencia, depende de las costumbres (no quise decir “leyes”) de cada país. Cuando comenté a mis cercanos que deseaba apostatar a la iglesia católica, algunos se burlaron, otros deseaban secundarme y otros me preguntaban “¿en qué te influye que sigas apareciendo en los registros de la iglesia?”. Hay Estados, como el español por ejemplo, que otorgan una cantidad de dinero a las iglesias de acuerdo a la cantidad de miembros que puedan demostrar poseer. En chile, no sé cómo anda la cosa. Tratando de averiguarlo, además de intentar comprender el organigrama de la iglesia católica chilena, envié, hace más de un año, dos mails: uno a la arquidiócesis y otro a la capilla donde fui bautizado. El propósito de fondo, como es de suponer, era iniciar los trámites de mi apostasía y poder recibir algún documento que formalmente diera fe de tal acto.

Nunca recibí respuesta de ninguno de esos dos destinatarios.

Hace algunos pocos días he intentado retomar las diligencias para poder concretar, por fin, mi retiro formal de la iglesia católica. He telefoneado a la capilla donde fui bautizado y ahí me ha hablado la secretaria del párroco, quien me ha comentado que él “anda en misiones” y pronto, a su regreso en febrero, se va de vacaciones, que por ahora me será difícil entrar en comunicación con él. Como hoy vivo en una ciudad que no es la misma donde he sido bautizado, esta señora me ha dicho que ahora debo entenderme con el obispado de Valparaíso. Pues bien, telefoneando ahí he llegado a hablar (tras una serie de grabaciones que ofrecen múltiples opciones de destinos) con la secretaria (general) del lugar quién me ha trasladado la llamada hacia la oficina de la secretaria del vicario general. Ésta, con algún mayor grado de conocimiento que aquella otra que la antecedía en la escala telefónica, me ha aclarado un poco más el asunto. Contradiciendo información que ya había recibido, efectivamente yo, como cualquier otro bautizado, puedo realizar este trámite. El modo más efectivo de ejecutarlo es enviando una carta al vicario explicando los motivos de la decisión. Tras mi pregunta acerca del documento que yo pueda recibir y que constate que el trámite ha sido realizado, entonces, la secretaria del vicario ha trasladado la llamada a las oficinas de la notaria de la vicaría. Repitiéndole a ella el discurso que ya había realizado a unas tres mujeres más al otro lado de la línea, me ha dicho que, si voy a realizar la apostasía y deseo recibir un documento que lo certifique, debo estipular aquella solicitud dentro de la carta en la que pido ser retirado de la iglesia. La notaria, además, me ha dicho que desconoce la información acerca de si la iglesia católica chilena recibe o no dinero del Estado por cantidad de miembros que dice poseer.

Como sea, debo reconocer que, por burocrático que haya resultado el mero hecho de telefonear a estos dos lugares, el trato que recibí en la vicaría general de Valparaíso ha sido mucho más formal y, digamos, “tolerante” que el que recibí en la Capilla Nuestra Señora del Carmen de Maipú, donde he sido bautizado. La secretaria de este último lugar ha sido incapaz de simular su desagrado ante la idea que una de sus ovejas desee salir de su rebaño (o que uno de sus contribuyentes reste dígitos al cheque que recibe su jefe a fin de mes). Esta mujer debe ser una de aquellas que piensa que no ser católico o, más bien, desear no ser miembro de una religión, es ser una mala persona y debe ser tratada como tal. Más arriba dije que la secretaria del vicario de Valparaíso había contradicho una información que yo había recibido, y se trata de lo que la secretaria de la capilla donde fui bautizado me dijo: que para realizar la apostasía no sólo bastaba el haber sido bautizado sino que debía haber realizado la confirmación (información que, según ella, le acababa de entregar el diácono del lugar). No es que sea un defensor de la tolerancia, pero esta mujer ha mostrado una faceta de la intolerancia que creo es la que se combate incluso desde la opinión vulgar. Esta mujer, con tono de voz más alto que ese con el que se dirige a cualquiera de sus correligionarios, con clara intención, con ironía, como queriendo burlarse o reírse de quien ha derrotado, me ha entregado esa información y ha finalizado la llamada telefónica diciéndome la frase que ha dado motivo a esta entrada: “lo siento mi’jito, usted será miembro de nuestra iglesia hasta que se acabe este mundo”.

Vieja de mierda.

 
posted by daniel at jueves, febrero 01, 2007 |


5 Comments:


At febrero 01, 2007, Blogger Dr. Mallako

Muy buen texto, mi querido cometa Debord. Justo hoy hablaba con mi hermano acerca de salirme de los estupidos registros de esta "institucion". Ahora, hay algo que no me queda muy claro: ¿nunca podré borrarme de los registros de la iglesia?
Porque si es así, creo que debemos hacer algo para que estos hijoputas sepan que existen personas que desean ser libres de la ignorancia que estos han perpetuado por miles de años.

Cuidese Er Rey
Salu2
Dr. Krap Wisdom

 

At febrero 04, 2007, Anonymous Anónimo

Hola ; he leído esta lectura, por intermedio de otro enlace he llegado. A mí el tema que tú planteas me sugiere que en gral. siempre con el tema de la religion hay cuestionamientos, desde el
enlace directo que hya con ella y la locura.
Es hoy día como un
paréntesis al cual es difícil adentrarse mucho más si uno tiende a la filosofía de un Debord por ej. que tambien me atrajo su lectura.

Hay un real deterioramiento de éste tema por como tú dices,
"las Instituciones "
sin siquiera interesarse en lo más mínimo por
el ser humano . Pero hay
casos graves a mi entender que es como hay gente que es ciega totalmente en cuanto se acercan a Iglesias que les quitan todo y no les dejan nada. Eso y la locura es la misma cosa.
Pero no por eso en mi caso me alejaría de mi posibilidad de ser creyente, la negacion te lleva más rápido a creer.
Hay mucha enfermedad entorno a todo ésto y mucho comercio de por medio.
y lo que va a continuar pasando seguramente, nos estamos aislando de las verdaderas virtudes que tiene ser creyente y sin por ello dejar de pensar, porque cuando se lo necesita a Dios todos recurrimos a él, y eso es real,por eso yo trato de no mezclar lo que son religiones, Instituciones con ser creyente o valorar al otro que es lo que no se hace. Lo demás son trámites insólitos que tu dices, pero te respeto, todos tenemos nuestras propias experiencias para creer o no pero siempre hay que diferenciar , al menos eso creo.
Cariños.

 

At febrero 06, 2007, Blogger AsDePiqas

Jajajajjajaja

Genial. Mu bueno :D

Una reflexión acertada, moderada y llena de sentido!! Y con un final delicioso jejeje

Mira, no hay ni que preocuparse. Las iglesias (la católica por lo menos, espero que las demás también) se están muriendo. ¿Quién sigue yendo a misa? Los viejos en su abrumadora mayoría.

A veces se ve a alguien por debajo de los 30... A veces.

Un saludo! :D

 

At febrero 07, 2007, Anonymous Anónimo

me gusto mucho tu post.
ahora, veamos..
es que es tan extenso que podriamos profundizar en cada parrafo, pero para no llevar la contraria digamos que estoy de acuerdo contigo, me parece absurdo .como bien el video ilustra, el bautismo por lo menos en la religion catolica. Ya que hay que mencionar que no en todas las religiones se hace de ese modo, en algunas debe prepararse el candidato al bautismo, durante algun tiempo, y en algunas hasta algunas pruebas hacen. Por ejemplo los Testigos de Jehova.
Las religiones, como instituciones deben ser consideradas como tal, como empresas. Hace algunos dias me cambie de servicio de internet, y cuando intentaba cancelar el que tenia en ese momento, la que me atendia en el telefono me trato como ignorante, como apostata, jaja, y como lo peor que podria haber, tambien critico a la otra empresa, y me mejoro la oferta. Asi son las religiones.
Ahora, acerca de las imposiciones, si bien las veo mal, la educacion como tal no es mala, por ejemplo, tu naciste -supongo- en Chile, por esa razon tus padres o quienes te hayan criado te enseñaron un idioma, el español. No podemos pensar en que hay que esperar a que puedas tomar una decision y decidir asi, finalmente, que idioma aprender, //claro puedes aprender ademas de tu lengua materna, muchas mas posteriormente// en el aspecto de las religiones, lo veo parecido al idioma, si naces en estados unidos, seguramente "perteneceras" a algun grupo protestante, si naces en america latina, seguramente seras catolico, y asi..
Lo correcto, seria que la formacion fuere del tipo informativo, y no impositivo, y asi a cierta edad decidir en que creer, porque el "no creer" en algo, es en si mismo vivir de un modo.
Ya por ultimo, jaja, un señalamiento, tu planteamiento acerca de "La distinción fe-razón" me parece engañosa, creo que se debe plantear de una manera mas "correcta" aunque no sabria -lo admito- como hacerla.
Digamos, que nadie puede comprobar la existencia o la no existencia de dios, con fundamentos comprobables, nadie. Asi que creer o no en dios o en algo divino, contienen la misma cantidad de fe, para ambas.
La "pistis"(fe) cristiana no se basa en las creencias, sino en la evidencia.
Nota: no pertenezco a ninguna religion, me considero un...

 

At febrero 12, 2007, Blogger mjorellana

Muy tarde leí el post y ya habian eliminado el video en youtube.

La historia de mi fe y vida cristiana es muy similar a la tuya, hasta en la edad y momentos en que de alguna manera se comienza a pensar distinto. Sin embargo, tengo una "anéctoda" que marcó mucho mi vida, luego de dejar, voluntariamente, de ser una católica activa, y decidir dejar definitivamente que una deidad reinara en mis pensamientos, miedos, dogmas y elecciones, me sentía muy mal, siendo una pre adolescente sentía un gran vacío, lo que me llevó a volver a creer, a volver a sentir la falsa tranquilidad de pensar que quienes muera te esperaran en el cielo, y que una plegaria te hará sentir mejor, te quitará los miedos y te salvará. Entonces volví, pero no a la fé católica, a una fé que me pareció mucho más razonable y elaborada, mucho más simple y "real". Pero también duró poco, mi pensamiento y mi postura han cambiado muy poco desde esa experinecia, un día simplemente sentí que no podía seguir engañándome, así, simplemente, levantandome temprano para ir a "llenar mi alma" sentí que eso no estaba bien, que no era real, que sólo era una evasión, quizá hermosa, quizá siempre muy falsa, pero que ya no era adecuada para mi ni para la idea de vida que deseaba tener. Ahora, han pasado muchos años y jamás he dudado de mi verdad, para mí ya no sólo no hay una religión, sino que tampoco una deidad, ni dogmas ni doctrinas, ni paquetes de valores + promesas + actos prohibidos, ahora estoy yo, un ser innegable, y pensante, y esa idea es la que jamás me ha dado alguna sensación de vacío, pero espero algún día dudar de ella, para mejorarla, o para reafirmarla, pues es necesario jamás estancarse en nuestra forma de pensar.

Y en aquellos pensamientos he llegado a detestar inmensamente a la iglesia católica, pero más que todo detesto a todos aquellos curas que proclaman sus creencias, valores y derechos como la única verdad existente, y que están decididos a ordenar la vida de un montón de personas que no tienen ninguna relación con ellos, y pienso que, más que el dinero que pueden o no recibir por la cantidad de "fieles" que poseen, lo cual no creo suceda en Chile de forma legal, pues somos un país sin creencia oficial aprobada en una constitución, lo más grave es que por aquel montón de personas que ellos dicen poseer como fieles, ya sea a través de actas de bautismos, o por medio de la estúpida declaración que muchos hacen cuando se les va a encuestar a sus casas para actualizar los datos del censo, aquella declaración en que se les pregunta: "¿cuántas personas mayores de edad tienen una religión, y cuál es?", y en que la mayoría de los chilenos responde, "somos X, y todos católicos", en esa simple frase, los "católicos a su manera", pero que igual son católicos, porque no serlo sería rebajar su grado de humanidad, su nivel, firman su sentencia, y hacen posible que la iglesia se sienta con el derecho y el deber de opinar sobre todos los temas pseudo valóricos del acontecer, ya sea aborto, pildoras varias, pena de muerte, entre otros, y en los que las mismas personas dicen: "no deberían meterse los curitas, yo soy catolic@ y no pienso asi".
Creo que la gente debería hacerse más responsable de lo que cree, si no creen en la iglesia, para mi, sencillamente no son católicos. Su dios les dijo, que aquello era lo más sagrado que les dejaba... mal regalo a mi parecer.

Saludos, (aunque llegué aqui por accidente)