junio 06, 2007
La tradición viene de antiguo. Por lo menos desde que Pinochet entregó el poder, los estudiantes universitarios chilenos y, desde hace poco tiempo los secundarios también, comienzan con sus movilizaciones entrados los meses de frío. El alboroto difícilmente dura más de un par de meses, y los triunfos que los estudiantes chilenos obtengan –si es que los llegan a obtener- no serán otros que aquellos que los medios de comunicación se encarguen de recordarles (o imponerles).
Hoy los noticieros mostraron los primeros destellos de la aparición 2007 del movimiento estudiantil chileno. Y al igual que el año pasado, ha venido de la mano de los secundarios. Liceo Lastarria, Instituto Nacional, Liceo de Aplicación y un cuarto que no retuve son los establecimientos que los medios nos han dicho ser los primeros en movilizarse.
Todos sabemos la influencia que ejercen los medios de comunicación sobre el pueblo. Que pueden fabricar el consenso, que pueden forjar la opinión de sus “informados”, que pueden crear una realidad que no es, etc. Los medios de comunicación tienen poder, y tienen tanto que han sido llamados “el cuarto poder”. Si los tienes de tu lado, ya tienes ganada gran parte de la batalla, por eso, como hoy están en su mayoría del lado (o en manos) del empresariado las cosas siguen y están como están.
Pues bien, extrañamente, el año pasado estuvieron, en alguna medida, del lado de los estudiantes. De ahí la simpatía que recibían de parte del ciudadano medio, ya no importaba que le cerraran una calle y le desviaran la micro, total, “los cabros están peleando por algo justo”.
Tal vez debido a un seminario dictado en una universidad privada, a una llamada desde la Moneda, al sermón de un editor periodístico o simplemente por presiones de algún anunciante, las noticias referentes al movimiento estudiantil este año (o hasta ahora) han sido tratadas de una manera distinta a como lo hicieron el año pasado. Y esto puede ser percibido con la reiterada utilización de una sola palabra: división. Este año, antes de dar afirmar cualquier cosa que pueda despertar la simpatía al movimiento secundario con que se nos fue el 2006, se han encargado de dejar bien en claro que el movimiento, este año, ha surgido con divisiones. Que el Instituto Nacional ya no pertenece a la organización que agrupaba a los Colegios movilizados, que el Liceo de Aplicación ha mostrado tácticas que otros Colegios no comparten. El mismo estudiante que por la mañana participa de las movilizaciones y por las tardes prende raudo el televisor para cerciorar su aparición en las protestas, al día siguiente vuelve a su Colegio con la sensación que el movimiento del que forma parte se encuentra dividido. Sus padres ya no ven en él la convicción que mostró hace un año, su hijo forma parte de un movimiento fragmentado que, ahora, le hace perder clases pidiendo “puras cuestiones”.
Si, como afirmo más arriba, los medios de comunicación desean que las cosas sigan como están y, por lo tanto, los que hoy gobiernan sigan gobernando, encuentro la explicación de la elección de la palabra “división” para ser inducida en la audiencia y en el interior del mismo movimiento estudiantil secundario en una vieja frase o máxima del poder: divide y conquista.
Espero que en lo que queda de movilizaciones estudiantiles estas dos palabras comiencen a disociarse.
 
posted by daniel at miércoles, junio 06, 2007 | 4 comments
junio 01, 2007
Si una persona vive en sociedad y además es parte de un conjunto específico de relaciones de producción, entonces, esa persona no puede ser apolítica. A pesar de ello, y cumpliendo con los dos antecedentes que aquí nombro, conozco a más de uno que dice ser político, y se lo cree.
Ser “apolítico”, según el diccionario, significa estar “ajeno a la política”, pero esta afirmación, a mi juicio, es falsa.
La democracia representativa, aquella donde el ciudadano da un voto a un otro que “represente” sus intereses, busca reducir al menor número la cantidad de esos representantes. Éstos, mediante normas que proponen, discuten y aprueban, imponen, luego, a la sociedad TODA el contenido de aquellas normas. Nadie puede rechazarlas. En el momento en que una persona forma parte de un grupo social donde esas normas rigen, ya se forma parte de una sociedad regida por la política. En la sociedad actual sucede esto, quien forma parte de ella ya es un ser político y todo lo que se haga dentro de aquella sociedad es un acto político, tal vez por eso hay quienes afirman que “todo preso es un preso político”.
Por otra parte, y valiéndome de la definición que dice que el modo de producción que adopta una sociedad marca su pauta básica en los aspectos social, jurídico y político, podemos decir que nuestro actual modo de producción, el capitalista, rige incluso en la política. Por lo tanto, si se es parte de alguna de las infinitas secciones de un proceso de producción (cosa que todo trabajador realiza cada día) no sólo está siendo parte de una forma de entender y organizar la sociedad, sino más aún, está formando parte del núcleo que condiciona la política de toda la sociedad.
Que alguien diga ser apolítico, y que pueda vivir tranquilamente con esa opinión, es debido a que la política imperante motiva y favorece tales conductas. Ser apolítico es ser una persona desinteresada de asuntos políticos que le incumben y de los que esa misma persona participa: lo hace pero no lo sabe. El apolítico cree que la política es cosa de los políticos y sus partidos, y tampoco comprende que él mismo y su condición de “ajeno a la política” es el resultado del proyecto de esos mismos políticos y sus partidos. ¿Qué mejor que contar con ciudadanos-esclavos pasivos que dejen hacer lo que a unos pocos les interesa monopolizar?
El apolítico se espanta cuando cree que la vida se politiza. Debido a que él cree que el mundo nació con él y ni siquiera imagina que hayan existido o existan otros modos de producción, el apolítico cree que la sociedad capitalista actual se encuentra en un estado de naturaleza, que ha sido y debiera seguir siendo así. Por eso se espanta cuando ve que su sociedad se politiza, cuando en realidad sólo ha mostrado atisbos de “izquierdizarse”. Por ejemplo, para el apolítico el estado “normal” en que debiese encontrarse los medios de transporte público es en manos de privados, pero si se propusiese estatizarlos, recién ahí el apolítico creería que el problema se ha politizado, y no cuando se plantea, por ejemplo, la propiedad privada de un elemento capital de una sociedad como es su transporte público.
El apolítico, por lo menos aquel que ronda mi rango etario, es un trabajador que busca estatus y reconocimiento social a través de la fuente de sus males y donde peor es tratado: su trabajo. Se desloma trabajando horas y horas extras para “producir plusvalor a cambio de lo que haga falta”, pero el apolítico cree sentirse libre durante sus cada vez más escasas horas libres: el bar, la droga, el hobby y el deporte le hacen creer que su vida se encuentra bajo su propio control, sin darse cuenta que en esas horas no realiza otra cosa que justificar y reproducir nuevamente la política y la economía que le han impuesto y de la que tanto cree sentirse ajeno.
El apolítico, el convencido de vivir fuera de la política, es un manipulado por la política, aquella que hoy impera, aquella que favorece la no participación, la pasividad, la separación y demás formas de hacer sentir la política como algo ajeno al interés del ciudadano medio.


“… y aunque cambien las caras se conserva el escenario
el que vive del engaño y el que paga su vida a plazos
quien engulle el pastel y quien ni lo cata aunque lo ha amasado
un mercado de promesas, un político redentor
discursos estudiados, consignas calculadas
hábil maniobra de distracción,
perfecta tecnología de la separación
que lleva a pensar más allá de la indignación
que lo político es cosa de los políticos
que con tu vida eso no tiene relación
y es que no puede ir mejor, hipnotizado el ganado
entre telebasura y supermercado
mientras comparten mantel y acuerdan estragos
entre disputas para la galería y abrazos en privado
sacando sus cuentas cada cuatro años
hipotecando el presente a un futuro lejano…”
-Hechos Contra el Decoro-
 
posted by daniel at viernes, junio 01, 2007 | 2 comments